martes, 10 de marzo de 2009

Alegres infelices

Cada pieza encaja en su lugar, convirtiendo al mecanismo en perfecto y logrando que el equilibrio se mantenga inalterable.

Arriba los de siempre, desde hace siglos, los poderosos que unas veces se ocultan en las sombras y otras se muestran a plena luz del día tan solo para regodearse en su poder.

Debajo todos los demás, oscuros seres que quizás sean convocados para formar parte, por supuesto temporalmente, de la maquinaria. Obviamente serán piezas menores, pequeñas, pero que a la vista del conjunto parecerán principales, eh ahi el aberrante truco.

Las herramientas de que se vale este mecanismo para construirse a si mismo son tan variadas como perfectas. La educación, que controlan con celo maternal. La moral, que manipulan con precisión. La religión, que es la parte del poder mas visible, la que desde siempre mostró su rostro aunque nadie se atreva a verlo. Los sistemas de gobierno, que inteligentemente adaptan a lo que la sociedad de cada tiempo reclama, tan solo para vulnerarlo casi de inmediato. La memoria, que fuerzan cruelmente para que recuerde solo aquello que conviene al poder...

En este marco, cualquier revolución es meramente utópica. Mientras se luche contra el enemigo que inteligentemente escoja y predetermine el sistema, el corolario fatal será el fracaso. Un fracaso que cumple una doble función dentro del nefasto sistema, por un lado afianzar el orden establecido, por otro, insertar en la mente de los revolucionarios presentes y futuros que luchar es en vano.

Es probable que esta metodología nos haya sido inculcada directamente en nuestros genes, aunque no existe prueba de ello.

Ejemplos de lo que expreso lo constituyen la democracia, en la que nuestro escueto poder acaba cuando salimos del cuarto oscuro (al que debemos acudir obligatoriamente ... vaya manera democrática de afianzar el sistema). Democratas que tratan de convencernos con argumentos pueriles y vanos de que votar en blanco es malo, que favorece al sistema, que "no puede ser", que alguien tiene que gustarte, y si con todo eso no logran convencer al rebelde entonces acuden al último recurso y espetan muy sueltos de cuerpo y portando una sonrisa entre maternal y canchera "elegí el menos malo pero votá...". Parecen no entender que democráticamente uno vota por quien se le cantan los h... carajo, y si gusta blanco, que así sea. ¿Que pasaria si en una elección el 60 por ciento de los votos resultan blancos e impugnados? (el otro 40, les recuerdo, se integra con los clientes del sistema y con los propios candidatos, eternos, irreemplazables, gastados y llenos de dinero, o sea con los convocados momentáneamente por el sistema).

Este poder que gobierna nuestra vida, cuerpo, alma y mente ha logrado que nos escandalice Hitler, al que condena cada vez que se presenta la oportunidad de hacerlo y hasta se ha llegado a la creación de extrañas leyes por medio de las que se sanciona a todo aquel que se atreva a negar el holocausto judío, sin importar si tal negativa resulta genérica (y por ello repudiable) o cuantitativa (y por ende no digamos aceptable, pero si analizable ¿por que no?), pero estos mismos escandalizados que se rasgan las vestiduras por los judíos (lo que no veo mal, puesto que ese pueblo ha sufrido horrores indescriptibles) luego estúpidamente festejan a palma batiente, desfile cívico, marcha militar y discurso de ocasión el absurdo y patético "dia de la raza"... Ahora me pregunto, ¿Cuando llegará el día en que se castigue a aquellos que nieguen el holocausto americano? El pueblo judío al menos aún existe, muchas razas de indios y aborígenes americanos ni siquiera lograron sobrevivir a la avaricia del europeo, que vino, vió y venció, matando, violando, saqueando y detrozando culturas milenarias, las que quizás poseían todas las respuestas que aún obtusamente buscamos en pergaminos demasiado gastados y manipulados.

Otra paradoja que me encanta (por lo atroz) es la siguiente: Si un tirano llega al poder por las armas, es un fascista, golpista, hijo de puta, asesino, violador de nenes, dictador, innombrable, etc. pero si llega por los votos, sin importar cuan bastardo (o bastarda) sea, es aceptable y a aguantarse; ah¡¡¡ y por supuesto, la culpa es nuestra, del pueblo, por no saber votar, sin importar que en esa elección hayamos votado por el contrario, en blanco, impugnado, al partido blanco de los jubilados o José de Ser... a J R Riquelme o a Julieta Prandi, la culpa igual es de todos; es criminalmente genial....

De todas formas, y si con lo dicho, el sistema nos tiene a todos controlados, a modo de golpe de gracia, apela a un truco que supera todos los expuestos, de hecho considero que es el mejor de todos los que el poder tiene para mantenerse en la picota, esto es el hacernos creer que la felicidad es tener trabajo, familia, auto compacto, perro, algún que otro hijo al que no se le da demasiada pelota y por que no, un naranjo en el patio de una casa cada vez mas chica, llena de televisores mediante los cuales continúa el trabajo de manipulación.

Esto me lleva a pensar que hemos facilitado demasiado el trabajo de los Sres. Smith de esta matrix del espíritu. Cuando aceptamos sin queja que la felicidad, la verdadera, la que nace y explota en el alma haciendo que la misma cobre vida ya no existe en la faz de la tierra y que su lugar ha sido ocupado por una constante búsqueda de comodidad y tranquilidad, demasiado lejanas a la paz espiritual, requisito sine qua non para ser feliz, dimos la batalla por perdida, y todo lo demás son meros rehenes que toma el eterno victorioso.

Sugiero el inicio de una revolución que el poder no pueda coartar, una revolución pacífica, que no requiere de armas, ni de muertos. La unica revolución posible, la de nuestro propio espíritu, por ello convoco a todos a liberar el alma, a desatarle sus nudos, a "pisharnos" sobre los que se interpongan entre nosotros y lo que queremos de nosotros mismos, en definitiva a cagarse en todo y en todos los que se oponen a este desarrollo y quizas una vez logrado esto, el poder establecido caiga por su propio peso y quizas, solo quizas, volvamos a sentirnos libres (y felices).

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